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Campaña Electoral 2005: Kirchner no apeló en Rosario al discurso de plebiscitar su gestión (El Litoral de Santa Fe)

22 junio, 2005

Kirchner no apeló en Rosario al discurso de plebiscitar su gestión (El Litoral de Santa Fe)

comentarios: contacto@hermesbinner.com.ar

Mostró una deliberada sintonía con los dirigentes socialistas, que se impone al PJ en las encuestas preelectorales en la provincia. Y sorprendió a todos al prolongar su visita por más de cinco horas.

Rosario (C).

Resuelto a delimitar territorio de manera tajante ante la inminencia de las elecciones, al punto de postular que en octubre se plebiscita su gestión, Néstor Kirchner se guardó ayer en Rosario ese discurso que levanta muros entre oficialistas y opositores. Si algo dieron a leer, en los gestos y las palabras, los miembros de la comitiva presidencial es que el rigor de esa proclama que marca distancia entre propios y ajenos, como ocurre en Capital Federal y provincia de Buenos Aires, declina en Santa Fe. Sin desairar al gobernador Jorge Obeid, el jefe del Estado dedicó elocuentes señas de simpatía a los principales dirigentes socialistas, algo que pareció más que simple cortesía a los dueños de casa.

Tampoco pareció casual que el presidente relegara las obligaciones de su agenda y extendiera su periplo rosarino a límites que sorprendieron a los organizadores. Habituado a las visitas fugaces, esta vez el mandatario se quedó más de dos horas en el acto del Día de la Bandera, en simultaneidad con el público que había ido a ver el desfile. Y luego pasó otras dos horas en la celebración de los 40 años de Canal 3. En uno y otro lado más gregario que nunca: hablando y bromeando con todo el mundo.

Al llegar a la escalerilla del escenario, antes del acto, Kirchner se cruzó con Hermes Binner y le pidió que lo esperase al costado del palco, porque quería hablar con él. Allí se encontró con el ex intendente rosarino, se estrechó con él en un abrazo que repetiría en la Bolsa de Comercio y ambos mantuvieron un diálogo íntimo. Para las tradiciones políticas más convencionales, la escena fue algo desacostumbrada: más que ahorrárselo, el presidente mostraba un inequívoco gesto de cercanía con el dirigente que encabeza la lista del socialismo.

El que parecía descolocado por el gesto, aquí sí, fue Obeid. Media hora antes el gobernador había reclamado a Binner que abandonara el doble discurso de enfrentar a los candidatos del PJ en Santa Fe y al mismo tiempo mostrar cercanía con el presidente. Pero Kirchner no solamente demostraba que eso no le molestaba sino que lo complacía: ningún político encumbrado, delante de toda la prensa, manda un mensaje tan cristalino si no quiere hacerlo.

El mensaje se potencia por varios matices. Para Kirchner, el socialismo está lejos de ser una organización opositora, como quedó reflejado en el apoyo explícito que cosechó en el discurso de bienvenida a cargo del intendente Miguel Lifschitz. Además, por los tropiezos del PJ santafesino para integrar una lista de diputados nacionales competitiva.

Encuentros y desencuentros

Entre la mayoría de ministros asistentes, la contrastante ausencia del titular de Justicia, Horacio Rosatti, estuvo cargada de sentido. Mientras su postulación como primer candidato a diputados se apaga, su presencia habría servido para poner más de relieve las dificultades en el armado de boletas del partido. Tampoco estuvo Carlos Reutemann, que había sonado como candidato y cuyo propio encuestador acaba de reflejar en una medición una amplia preferencia socialista de los votantes de la provincia. Kirchner ya no se mostró, por otra parte, tan entusiasta por la candidatura de María Eugenia Bielsa. Al presidente no se lo vio ayer muy efusivo con la vicegobernadora, a la que invitó en la Casa Rosada a postularse al Congreso de la Nación.

Kirchner sí buscó no descuidar su popularidad, y para ello apeló al contacto humano: se abrazó con los veteranos de la guerra del Atlántico Sur, tras depositar flores en el flamante Monumento a los Caídos en Malvinas; se arrimó a los vallados para estrechar las manos del público y contra la tradición de otros presidentes permaneció en el acto de punta a punta. Al llegar, recibió a los familiares de los siete rosarinos muertos por la represión de diciembre de 2001 (ver aparte). También se ocupó de dejar claro, aunque sin usar su propia voz, que traía una importante inversión para Rosario: 120 millones de pesos para solventar tres programas de un plan municipal de erradicación de villas de emergencia y 60 millones para reforzar los muelles de la costa central que se desmoronó en parte, a principios de año.

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